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viernes, 28 de marzo de 2014

IN MEMORIAM






Músico universal, el guitarrista que refundó el toque flamenco y lo subió a las más altas cimas artísticas haciéndolo crecer y evolucionar y mezclándolo con la bossa nova, el jazz o el blues. Payo de nacimiento, pero gitano de alma, con Paco de Lucía se va uno de los más grandes del género porque la guitarra cobró una nueva dimensión en sus manos. 

En el mundo de la música hay pocas figuras indiscutibles, pocos genios capaces de sobrevivir durante décadas sin recibir una mala crítica. El caso de Paco de Lucía es, probablemente, único. Cuando a los 12 años comenzó a subirse a los escenarios en su Algeciras natal, Francisco Sánchez Gómez, Paco de Lucía, no era más que un niño extremadamente estudioso con un solo objetivo en su vida: ser un gran guitarrista flamenco. Con el paso de los años, Francisco, hijo de Antonio y Lucía, pasó a convertirse en un referente musical en todo el mundo.En los años 60, sus trabajos con sus hermanos Pepe de Lucía y Ramón de Algeciras y, sobre todo, la explosión que supuso la pareja que formó con Camarón de la Isla, dieron un vuelco al modo de ver el flamenco, al modo de interpretarlo y al modo de escucharlo. En los palos clásicos se colaron nuevos ritmos, nuevas armonías, y hasta nuevos instrumentos. Paco y Camarón redefinieron el género y salieron del tablao para llevar su música a los grandes recintos.

En 1973, las listas de éxitos más comerciales reconocieron el trabajo de Paco de Lucía gracias a una rumba que se ha convertido en su composición más conocida en España:Entre dos aguas. Pero lejos de conformarse con el éxito inmediato, Paco decidió seguir abriendo puertas, seguir estudiando e investigando en el mundo de la guitarra ocho horas al día. Tras grabar en el Teatro Real (1975) y homenajear a clásicos como Manuel de Falla (1978), Paco entró en contacto con la música brasileña, y acabó uniendo el flamenco con el jazzde un modo magistral junto a estrellas de la talla de John McLaughlin o Al Di Meola, con quienes firmó discos inolvidables como Friday Night In San Francisco (1981) o Passion Grace and Fire (1983).
Después de décadas de trabajo incansable, especialmente fuera de España, Paco de Lucía no dejó de revolucionar el panorama musical mezclando el flamenco con el jazz, el blues, el country, la música hindú, la salsa, la bossa nova o la música árabe. Sus composiciones son el espejo en el que se han mirado y se miran las grandes estrellas de la guitarra en todo el mundo, desde flamencos como Tomatito o Vicente Amigo hasta héroes del heavy metal como Steve Vai, que cayó rendido a sus pies en 1991 durante el festival Leyendas de la Guitarra celebrado en Sevilla.
Discípulo de Niño Ricardo y de Sabicas, y respetado por músicos de jazz, rock o "blues" por su personal estilo, logró, entre otros muchos reconocimientos, un Grammy al mejor álbum flamenco 2004; el Premio Nacional de Guitarra de Arte Flamenco; la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes 1992; el Premio Pastora Pavón La Niña de los Peines 2002; y el honorífico de los Premios de la Música 2002. Doctor honoris causa por la Universidad de Cádiz y el Berklee College of Music, el jurado de los Premios Príncipe de Asturias le reconoció su "honradez interpretativa" y su capacidad de trascender "fronteras y estilos" que le convirtieron en "un músico de dimensión universal". "Todo cuanto puede expresarse con las seis cuerdas de la guitarra está en sus manos", destacó el fallo.


Empieza el llanto 
de la guitarra. 
Se rompen las copas de la madrugada. 
Empieza el llanto de la guitarra. 
Es inútil callarla. 
Es imposible callarla. 
Llora monótona 
como llora el agua, 
como llora el viento 
sobre la nevada. 
Es imposible callarla. 
Llora por cosas 
lejanas. 
Arena del Sur caliente 
que pide camelias blancas. 
Llora flecha sin blanco, 
la tarde sin mañana, 
y el primer pájaro muerto 
sobre la rama. 
!Oh guitarra! 
Corazón malherido 
por cinco espadas. 


F. García Lorca