Sería interesante, antes de adentrarse en el cuidado de las cuerdas de
nuestro instrumento, intentar comprender cuál fue la evolución de
las cuerda para guitarra.
EVOLUCIÓN
DE LAS CUERDAS: DE LA TRIPA AL ACERO
La
memoria de los instrumentos de cuerda está indisolublemente ligada
al sonido vibrante de la tripa animal. Efectivamente, las tripas
de oveja y de toro fueron utilizadas durante mucho tiempo en los
instrumentos de cuerda frotada. Este tipo de material, muy sensible a
los efectos del cambio de clima y a la humedad, presentaba problemas
de afinación importantes, además de una extrema fragilidad. Aunque
actualmente, tras la introducción de otros materiales (metálicos y
sintéticos) el mundo de la cuerda se haya visto revolucionado y el
nylon sea moneda corriente, las cuerdas hechas a partir de tripa se
siguen fabricando por su cálido sonido y algunos intérpretes las
consideran incluso mejores. Son usualmente empleadas en instrumentos
antiguos como la vihuela;
la tiorba;
el laúd
barroco;
laviola
da gamba;
el lirone; la guitarra barroca, etc.
El
aluminio es, sin embargo, el material más común para
instrumentos de arco, mientras que para la guitarra eléctrica,
acústica y el piano, el bronce es una buena opción. Cobre, níquel,
oro, plata y wolframio también se emplean. La plata y el oro, menos
frecuentemente por ser más caros, son utilizados por su resistencia
a la corrosión y por ser hipoalergénicos. Las cuerdas de acero
se dividen, a su vez, en dos tipos: las entorchadas en cable redondo
y las entorchadas en cable plano. Los bajos sin trastes (fretless)
usan más las cuerdas de entorchado plano, lo mismo que los
integrantes de la familia de cuerdas frotadas (violín, viola
violonchelo y contrabajo). Como curiosidad, existe también en el
mercado un material llamado “ground round”, donde el entorchado
es aplanado para conseguir un acabado aún más suave. Este tipo de
procedimiento es sólo utilizado en cuerdas de bajo y guitarra
eléctrica.
Si
consideramos que las primeras cuerdas de nylon para guitarra fueron
comercializadas a partir de 1946 por Albert
Augustine,
llegamos a la rápida conclusión de que la cuerda de nylon es aún
demasiado nueva. Hay menos de setenta años de historia en nuestra
cuerda sintética y varios siglos de experiencia con la de tripa. El
surgimiento de las cuerdas de nylon estuvo íntimamente ligado a la
imposibilidad de conseguir cuerdas de tripa en los Estados Unidos
durante la segunda guerra mundial. Fue entonces cuando Augustine, que
tenía una fábrica de materiales sintéticos, desarrolló una cuerda
semejante a la de tripa pero con el nylon para el concertista
jienense Andrés
Segovia.
Aunque algunas voces expertas señalan a la compañía
americana Dupont
de Nemour como
la inventora de la cuerda de nylon tal y como la conocemos hoy, lo
cierto es que desde entonces hasta ahora, la voz de la guitarra ha
cambiado de manera notable.
Como
sabéis, las cuerdas, tanto las sintéticas como las de tripa o
acero, se dividen en dos subtipos: las primas y los bordones o bajos.
En el caso de estas últimas, su característica esencial consiste en
que se forman por un núcleo de acero en casi todas las cuerdas de
metal, recubierto por un entorchado que aumenta el calibre y varía
el tono y timbre de la misma. Es precisamente en este tipo de cuerdas
donde primero se nota el desgaste y se evidencia el deterioro al cabo
de un tiempo de uso. Su sonido pierde brillo antes puesto que por lo
general, las primeras cuerdas tardan más tiempo en deteriorarse.
Algunas
cuerdas tienen el núcleo de nailon o seda y luego un envoltorio de
ese núcleo a base de algún metal, enrollado en forma de espiral.
Este revestimiento metálico tiene como función darle cierta
homogeneidad y peso a la cuerda durante la vibración para que
alcance la sonoridad deseada, manteniéndola flexible y delgada para
poder tocar.
El
material más usado en el núcleo es el acero, aleación
de hierro y carbono, seguido por otros como : seda, tripas de
origen animal, nailon, etc. Algunas cuerdas se suelen chapar en oro o
plata, que si bien son materiales más caros, tienen la ventaja de
que mejoran el timbre del sonido, son más resistentes a la corrosión
y son materiales hipoalergénicos.
El
recubrimiento más utilizado es el aluminio para instrumentos de
arco, y el broce para guitarra y piano. También se utilizan níquel,
cobre, plata, oro y wolframio. El recubrimiento de las cuerdas,
comúnmente llamado “entorchado”, puede ser sobre cable redondo o
clave plano. Los bajos sin trastes suelen utilizar el entorchado
sobre cable plano.
Las
cuerdas que utilizan el latón o el bronce para el entorchado, se
corroen más fácilmente por la humedad y el sudor de los dedos del
intérprete. Como consecuencia de ello, las cuerdas perderán su
brillo original a lo largo del tiempo. Es por esto que los
fabricantes de cuerdas aplican un baño de metal o polímero para
evitar la corrosión.
La
principal causa del deterioro en las cuerdas es la oxidación que se
produce por el sudor que nuestras manos depositan en ellas. El sudor
de cada persona es diferente. Algunos, con una mayor concentración
de ácidos, generan una oxidación más rápida que otros, aunque por
norma, todas las cuerdas se oxidan, más pronto que tarde si el sudor
permanece sobre ellas. Por supuesto, esta es una regla que presenta
numerosas variantes y que se aplica más a las entorchadas que a las
primas. Lógicamente, no es lo mismo tocar muchas horas al día que
pocas, ni tampoco hacerlo en invierno que en verano. Resulta evidente
que dependiendo de las circunstancias tendremos más o menos cuidado
pero adoptar el hábito de limpiar las cuerdas tanto antes y
después de tocar (y muy especialmente después) nos permitirá
disfrutar del brillo de su sonido por más tiempo, de su capacidad
para octavar correctamente y, consecuentemente, a mantener una
afinación más correcta.
CÓMO
CAMBIAR LAS CUERDAS DE NYLON...
Cambiar
las cuerdas correctamente es importante, sí. Sobre todo si nos
interesa que nuestro instrumento afine bien y que la cuerda se pueda
reciclar en caso de accidente. Por eso, antes de empezar es
importante conocer algunos factores.
Hemos
oído incontables veces que no se deben aflojar todas las cuerdas a
la vez, o que resulta conveniente comenzar por los bordones el
proceso. Sin embargo, muchos ignoran el porqué y, lo que es más
importante, el cómo: las cuerdas de la guitarra son de materiales
flexibles, lo que significa que de su estado inicial, cuando salen de
la fábrica, al momento de llevar algunos días tensas en la guitarra
experimentan un proceso de estiramiento. Este proceso también afecta
de algún modo a la guitarra, ya que sus maderas comienzan a
habituarse a un determinado estado de tensión. Que esta tensión
varíe mucho en pocos minutos puede ser, prolongado en el tiempo,
motivo de diversas dolencias para nuestro instrumento. En otras
palabras: si cambiáramos frecuentemente todas las cuerdas a la vez,
a la larga estaríamos perjudicándolo.
Comenzaremos
el proceso de cambio desde la sexta cuerda; esto se debe a que es
mucho más fácil conseguir mantener la tensión con los bordones que
con las primas, dado el grado de flexibilidad de éstas últimas.
Como primera medida aflojaremos por completo la tensión de la sexta
cuerda, luego soltaremos el extremo de la cuerda que se encuentra
amarrado al clavijero y, por último, el extremo enrollado en el
puente. Acto seguido nos dispondremos a colocar la nueva cuerda, es
importante ver los extremos de la misma para saber cuál es el que va
en cada lado; al observarlos veremos cómo uno de ellos termina con
el entorchado exactamente donde las fibras de nylon lo hacen (extremo
compacto), colocaremos ése en el puente. El otro, la punta “clara”,
por el contrario, suele terminar con el entorchado levemente
desarmado. Colocaremos éste en el clavijero. Es posible que entre
las diferentes marcas de cuerdas disponibles en el mercado los
extremos sean algo distintos. Presta atención al extremo con la
terminación más exacta, éste será el que destinaremos al puente.
Introduciremos
la cuerda en el puente desde dentro hacia afuera. Una vez hecho esto,
la doblaremos y pasaremos por debajo de la parte que ingresa a través
del orificio del puente; luego haremos un lazo simple (una vuelta)
pasando por debajo de la parte que acabamos de doblar dejando un
pequeño trozo del extremo libre. Iremos ahora al clavijero, donde
introduciremos la cuerda en el orificio correspondiente a la clavija
de la sexta cuerda. Con hacer otra vez una vuelta simple será
suficiente. Una vez sujetos ambos extremos, procederemos a tensar la
cuerda girando con la clavija hacia adentro (de derecha a izquierda),
hasta dejarla afinada en un Mi.
Este
mismo proceso lo repetiremos con el resto de las cuerdas. No olvidéis
que haciéndolo de una en una y procurando afinar cada cuerda al
terminar, estaremos manteniendo la tensión del mástil prácticamente
intacta. Nuestra guitarra nos lo agradecerá.
Un
último consejo a propósito de esto: resulta útil, casi siempre,
recordar revisar periódicamente la afinación de la guitarra recién
encordada. No olvidemos que hasta que las cuerdas terminan de
estirarse, la afinación se modifica muy rápidamente, en cuestión
de minutos.
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